jueves, 14 de julio de 2011

Y de repente irrumpió... y yo no lo esperaba!




Un rayo de fuego atravesándome el alma, un remolino de viento, un empujón agudo.

Me desestabiliza, me interpela, me llena y vacía agotándome de insomios en pena.

El destiempo es un tiempo que no tiene después.
Y este llamado infinito grita enfurecido mi nombre, entonces yo me agarro con locura para no desaparecer.

Tiemblo.

Habitan en mí sentires que ya no eran.

Qué hago con éstas alas?

Dónde ubico ahora una primavera?


Este desborde que no tiene orilla, está destinado a perderse.


Que la magia y el desencanto lo transformen rápido en olvido.









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